Paris, juillet 2008
Ileana de La Guardia, fille aînée du colonel Antonio de La Guardia, réfugiée en France depuis 1991, a engagé une action en justice contre Fidel Castro. En janvier 1999, elle a porté plainte contre le chef de l’Etat cubain pour trafic de drogue tandis que deux autres victimes l’accusaient de « crimes contre l’humanité ». A travers cette démarche, elle et d’autres victimes du régime cubain ont pu s’exprimer et dénoncer les dérives judiciaires du gouvernement de La Havane.
“Cuba, un cambio sin venganza” por Ileana de La Guardia
En la madrugada del 13 de julio de 1989, el general Arnaldo Ochoa, su ayudante el capitán Jorge Martínez, mi padre el coronel Antonio de la Guardia y su subordinado el mayor Amado Padrón fueron abatidos por las balas de un pelotón de fusilamiento cerca de la playa de Baracoa, al oeste de La Habana.
Por no haber denunciado o injuriado a su hermano Antonio, mi tío el general Patricio de la Guardia fue condenado a 30 años de prisión. Así concluía la parodia del conocido proceso Ochoa-De la Guardia, en el que, acusados de corrupción y tráfico de drogas, fueron llevados ante los tribunales un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Sus "abogados defensores" fueron impuestos por el propio Estado cubano y todos eran oficiales de la Seguridad del Estado. Ninguna prueba material pudo ser mostrada contra los inculpados. En tan sólo un mes -pues mi padre fue detenido el 13 de junio del mismo año- se desarrolló la investigación, el proceso judicial y el cumplimiento de las sentencias.
Dos versiones pueden adelantarse para explicar tanta urgencia. Una : los servicios norteamericanos de lucha contra el tráfico de drogas estaban al tanto de supuestas operaciones de narcotráfico lanzadas desde La Habana, y Fidel Castro, para limpiar su imagen, utilizó a estos oficiales como chivos expiatorios. Otra, la más creíble : estos oficiales cansados de guerrear en distintas latitudes -algunos de ellos acababan de regresar de la guerra de Angola-, bajo la influencia de los aires de perestroika que soplaban desde la Unión Soviética y, sobre todo, ante la permanente crisis de la situación cubana y la ausencia de las libertades más elementales, comenzaron a criticar (esto me consta) en sus círculos más allegados a la dirección del país. Teniendo en cuenta su nivel de responsabilidad militar y temiendo que sus comentarios pudieran llegar a convertirse en una corriente de opinión en el seno de las Fuerzas Armadas, Fidel y Raúl Castro decidieron sacrificarlos.
En todo caso, espero que algún día la historia y una verdadera justicia aclaren lo sucedido. Ahora hay que decir que el proceso Ochoa-De la Guardia fue un episodio más de esta siniestra farsa en la que los cubanos somos víctimas y actores desde hace 49 largos años.
Hoy nuestra responsabilidad está en el futuro. Hoy y mañana pedir venganza sólo puede generar más violencia. Fue pidiendo venganza como comenzó el drama en 1959. ¿O es que acaso se puede olvidar, aunque yo aún no había nacido, a un pueblo fanatizado pidiendo "paredón" para los victimarios del régimen recién derrocado del dictador Batista ? No, ni a esa ni a esta Cuba podemos volver ni en sus formas ni en sus métodos.
Hace cerca de un mes, la escritora cubana Zoé Valdés mostraba en su blog el testimonio del suplicio del escritor René Ariza, injustamente encarcelado en Cuba, a partir de 1971, durante ocho años y que murió en el exilio en 1994. El testimonio es conmovedor, pero lo preocupante son las conclusiones de la escritora. Valdés afirma que "todos los militares (cubanos) sin excepción deberían pedir perdón, a coro, en la plaza de la Revolución, y sus hijos deberán callarse para siempre". Aparte de este concepto escalofriante de "justicia" maoísta que la escritora reivindica, en la que unas personas son obligadas a pedir perdón en la plaza pública, asombra el que se permita también exigirnos a los hijos de los militares que callemos para siempre. Yo, por supuesto, no pienso hacerlo.
Parece que la escritora cubana tiene una insaciable necesidad de darse un lustre de anticastrista visceral de toda la vida, luego de haber sido diplomática cubana en París durante los años 80 y alta funcionaria del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC). Recientemente publicó en España un ensayo titulado La ficción Fidel en el que, además de comenzar con un "yo acuso" e incluir numerosas exageraciones, falsificaciones y errores históricos, pretende enlodar la memoria de mi padre, que fue fusilado, y de mi tío, condenado a 30 años de reclusión. Por cierto, menciona a este último dos veces como si también hubiera sido ejecutado.
Zoé Valdés, que en su libro llega a caracterizar a los cubanos como "corderos", es emblemática de un sector minoritario de la oposición cubana que, en mi opinión, compromete el futuro de mi país con este tipo de planteamientos. La mayoría de los cubanos, en efecto, simplemente quiere construir un futuro donde todos podamos hablar. Donde los que se fueron antes, los que nos fuimos después y los que se quedaron, todos juntos propongamos una Cuba mejor.
Pienso que el discurso de la venganza, de los ajustes de cuentas y de las falsedades históricas sólo sirve para alimentar a los que desde el poder en La Habana se esfuerzan en frenar la dinámica de cambio que se ha instalado en los cubanos.
Hace ya dos años que Fidel Castro abandonó el poder. Su hermano, el actual presidente Raúl Castro, anunció cambios de concepto y estructurales para enfrentar la aguda crisis económica, política y social que vive Cuba. Por el momento se han visto pocos resultados. Sin negar que la firma por Cuba del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y también el de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas tiene su importancia, así como la tienen algunas de las tibias medidas que ya permiten a los cubanos entrar en los hoteles, comprar un DVD o contratar una línea de telefonía celular. Por lo demás, una necesaria valorización de los salarios también está en curso. ¿Suficiente ? Por supuesto que no, pero la existencia de una dinámica de cambio es innegable. No obstante, no puede olvidarse que la liberación de más de 300 prisioneros por delito de opinión es un reclamo urgente.
Sería doloroso que, una vez más, las promesas sean incumplidas y los cubanos pierdan la esperanza. De momento, creo, todos los pasos que se den en el sentido del diálogo político, como lo acaba de hacer la Unión Europea, son positivos, pues alimentan esa dinámica de cambio. Y ojalá la próxima Administración estadounidense siga esa misma senda. Y sobre todo, que los dirigentes cubanos sean, por fin, sensibles a los deseos de su pueblo.
Desde hace 18 años vivo en el exilio y mi dolor sigue intacto, pero me esfuerzo por llevarlo con nobleza y dignidad, como tantas otras víctimas. Por eso quiero que en mi país el odio y la intolerancia sean, por fin, solo parte del pasado.
Tribune parue dans
El País, le 19 juillet 2008.
À voir : le blog de
Yoani Sánchez depuis Cuba,
Generación Y,
Prix Ortega y Gasset 2008 du journalisme Web.
Janvier 1999. Une jeune Cubaine en exil porte plainte contre Fidel Castro pour assassinat et trafic international de stupéfiants. Ileana de la Guardia souhaite que l’homme qui a brisé sa famille soit poursuivi.
13 juillet 1989. Son père, le colonel Tony de la Guardia, ainsi que le général Arnaldo Ochoa, héros de la guerre d’Angola, tombent sous le feu d’un peloton d’exécution. Accusés de trafic de drogue, ils sont victimes d’un procès truqué, préparé par les dignitaires du régime. Du jour au lendemain, une famille de privilégiés se retrouve dans le camp des persécutés.
Ileana de la Guardia raconte la surveillance quotidienne, les filatures nocturnes dans La Havane, le face-à-face avec les geôliers, la trahison des amis les plus proches. Elle fait revivre les trente derniers jours de la vie de son père, ses vains efforts pour le sauver, les chantages et les provocations subies jusque dans l’exil. Enfin, elle révèle le véritable parcours de Tony de la Guardia, homme d’action et homme du secret, du trafic d’armes à la contrebande en passant par l’entraînement des guérilleros.
Pour faire justice à un père inhumé dans une tombe anonyme, Ileana restitue ses contradictions et sa vérité. Avec les accents bouleversants de courage, d’émotion et de décence d’une femme devenue par la force des choses l’Antigone des Caraïbes.
Le nom de mon père
avec la collaboration de Philippe Delaroche.