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>>Une réponse au courant révisionniste académique au Pérou, par Mariella Villasante

Lima, avril 2014

EL INFORME FINAL DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y LA RECONCILIACIÓN ES UN DOCUMENTO CLARO Y PRECISO SOBRE LA GUERRA INTERNA PERUANA.
Una respuesta al texto de Martín Tanaka sobre las « ambigüedades del IF de la CVR »

Dra. Mariella Villasante Cervello

Envoyée à la revue Argumentos en avril 2014, et non publiée à ce jour

El politólogo Martín Tanaka ha publicado el artículo « Las ambigüedades del IF de la CVR en la explicación de las causas del conflicto armado interno » en el numéro de setiembre de 2013 de la revista Argumentoshttp://www.revistargumentos.org.pe/ambiguedades_del_if.html. Mariella Villasante Cervello. En este texto quisiera responder a los principales temas desarrolados por el autor que se plaza, quizá sin darse cuenta, en el marco de un revisionismo académico novedoso en el Perú.

Quisiera notar en primer lugar mi sorpresa ante un artículo que pone en duda el aporte decisivo del trabajo de la CVR del Perú al esclarecimiento de los hechos de violencia que caracterizaron la guerra interna que vivió el país entre 1980 y 2000, y cuyas secuelas siguen (y seguirán) aún presentes por varios años. Afirmar que el Informe final tiene « ambigüedades » equivale a considerar que este documento se puede comprender de muchas formas contradictorias y también equívocas, lo cual está muy lejos de la realidad. En segundo lugar, debo notar que los argumentos presentados por M. Tanaka reflejan una posición bastante dogmática, con un sesgo político conservador muy marcado, y una gran confusión sobre el rol político y académico de los Informes de la verdad en el mundo en general y en el Perú en particular. En consecuencia, la presentación extremadamente academicista del texto (que hace ostentación de erudición inútilmente) esconde mal una cierta voluntad personal de desacreditar y desprestigiar un documento central en la vida política y social contemporánea del Perú. Esto me parece bastante grave, no sólo porque el país vive todavía una situación de precariedad institucional y de conflictos sociales abiertos, y otros en estado de latencia, sino también porque el cuestionamiento extemporáneo y anacrónico (diez años después de la entrega del IF de la CVR al Estado) que propone M. Tanaka proviene de las aulas universitarias (Pontifica Universidad Católica del Perú) y de una institución (IEP) comprometidas con el progreso de la sociedad peruana desde que fueron fundadas.

Voy a ordenar los argumentos que explicitan mi respuesta constructiva a M. Tanaka en tres partes. Primero trataré de recordar el sentido de la CVR del Perú y de su Informe final ; en segundo lugar abordaré la confusión del autor sobre las « causas de la guerra ». Y en tercer lugar evocaré los términos de sus conclusiones, destacando el hecho evidente de que las « críticas » propuestas no están acompañadas de proposiciones o de ideas alternativas, fundadas en investigaciones detalladas, lo cual es sumamente problemático en el contexto académico.

El sentido de la CVR del Perú y de su Informe final

La CVR del Perú y su Informe final tienen dos dimensiones que deben ser perfectamente distinguidas ; la primera dimensión es la de defensa de los derechos humanos luego de la guerra interna, y la segunda es la dimensión académica. En efecto, las comisiones de la verdad se han creado a nivel internacional con el fín de investigar sobre los hechos de violencia política, las violaciones de los derechos humanos, contribuir a la justicia debida a las víctimas y a la reconciliación nacional. En América Latina, varios países que han vivido períodos de violencia política han instalado comisiones de la verdad y es preciso situar el caso del Perú en ese contexto regional para entender, de manera cabal y coherente, el tema que nos ocupa. El Perú no está aislado en el mundo — como muchos análisis provincialistas lo dejan pensar—, y la mejor manera de situar su especificidad es el de compararlo con otros casos internacionales. Es lo que he tratado de hacer en un texto que debe ser publicado en la revista Memoria [1], en el cual considero que el caso del Perú es muy poco conocido, probablemente porque no se sabe cómo situar el tipo de violencia política vivida en el país, ni cómo interpretarla en el contexto de movimientos sociales latinoamericanos, sobre los cuales se sabe también muy poco en el Perú. Esta situación implica que faltan publicaciones internacionales que den cuenta del caso peruano, y un pequeño paso en esa dirección será la publicación francesa del Hatun Willakuy — que tuve el honor de traducir — en Paris, este año.

Foto 1. Entrega del Informe final de la CVR por el Dr. Salomón Lerner al presidente Alejandro Toledo. Lima, 28 de agosto de 2003

Se pueden distinguir tres tipos de violencia política post moderna en América Latina. El primer tipo es el de las dictaduras militares de extrema derecha del cono sur (Argentina y Chile) ; el segundo es representado por las guerras civiles de América Central (El Salvador, Guatemala, Nicaragua) ; y el tercer tipo se ha actualizado en Colombia y en el Perú, combinando la « ideologia revolucionaria » con el narcotráfico. Un tipo de violencia que podemos clasificar como subversiva y criminal. Este tipo de violencia caracteriza también a los movimientos islamistas contemporáneos, en particular al-Qaeda. En ese contexto, hay que resaltar que el Informe final de la CVR ha sido producido en condiciones casi heróicas, facilitadas por la debilidad de las fuerzas armadas y la inexistencia de partidos. El mandato que la CVR recibió del Parlamento peruano fue además muy extenso tanto en el tiempo (1980-2000), como en la búsqueda de explicaciones de los hechos de la violencia, y la designación de los responsables. Esto no sucedió ni en Chile (donde la CVR se instaló entre 1990 et 1991, con el mandato limitado de determinar las causas de la polarización política entre 1970 y 1973), ni en El Salvador (donde el Informe final data de 1993), ni en Guatemala (donde el Informe data de 1994).

Como sabemos, el Informe final de la CVR del Perú ha permitido la identificación de los principales responsables de la guerra interna — término utilizado en el marco del derecho humanitario internacional —, varios procesos en justicia han sido concretizados y muchos otros esperan llegar a las fases finales de justicia penal gracias a la exigencia de los familiares de las víctimas y al apoyo de muchas organizaciones de defensa de derechos humanos. Por lo tanto, el Informe final de la CVR ha representado un aporte fundamental a la historia del Estado peruano que fue capaz, en un momento crucial, de afrontar la exigencia de verdad histórica que la nación necesitaba. En ese contexto es ciertamente un documento político, no porque tratara de « hacer un llamado de atención moral » a toda la sociedad como escribe M. Tanaka (página 29), sino más bien porque defiende los derechos cívicos y los derechos humanos de todos los peruanos, y porque defiende los principios republicanos de democracia, de libertad de expresión y de igualdad social. Este hecho es real y positivo a pesar de que los gobiernos civiles que se han sucedido desde 2001 no hayan asumido todas las recomendaciones indicadas en el Informe final de la CVR del Perú. El Plan de reparaciones fue aprobado en 2005 pero se aplica lentamente.

Dicho esto, el Informe final de la CVR, con sus nueve tomos y sus 5000 páginas, tiene también una dimensión y un valor académico pues ha sido dirigido y analizado por los mejores especialistas en ciencias sociales que tiene el país. En efecto, si la prioridad de su organización fue el relato de la verdad de los hechos de violencia que marcaron la historia del país entre 1980 y 2000, la reconstrucción de hechos verdaderos es también el punto de partida de los trabajos académicos en historia y en ciencias sociales. Por lo tanto es una evidencia que los datosrecogidos en el Informe final son de un gran valor para la investigación social y representan una fuente impresionante de datos de primera mano, recogidos en el campo y conservadas bajo diversas formas (audios, vidéos, encuestas, declaraciones), y accesibles en el Centro de documentación de la Defensoría del Pueblo. Este hecho es inédito en América Latina.

Plantear, como lo hace M. Tanaka, que el « Informe final presenta ambigüedades en la explicación de las causas del conflicto armado interno » implica adoptar una postura intelectual de cuestionamiento de un documento que es la referencia más acabada en materia de ciencias  [2]sociales del Perú contemporáneo. El Informe final no es un libro de autor que se puede « criticar » haciendo hincapié en supuestos errores o incoherencias, apoyandose en citas de diversas partes del documento centradas sobre las « causas del conflicto ». M. Tanaka lo ha hecho poniendo en duda el trabajo de muchos colegas que han trabajado en la elaboración del Informe final.

Según M. Tanaka, el Informe plantea tres tipos de explicaciones : una que pone el acento en el voluntarismo y la ideologización de Sendero Luminoso ; otra que pone el acento en la persistencia de brechas de discriminación que habrían sido aprovechadas por Sendero Luminoso y una tercera que enfatiza la existencia de procesos de modernización inacabados. Y para este politólogo, sólo una de esas explicaciones sería apropiada para dar cuenta del conflicto ; lo cual es muy sorprendente y fuera de lugar pues sabemos que en toda acción social participan varios factores explicativos, que se concretizan con muchas variaciones según los territorios, las poblaciones, y tantos otros elementos de estructura, de historia y de organización. La idea de considerar una sola causa como base explicativa de un conflicto de veinte años explicita más bien la lejanía de M. Tanaka de la realidad social peruana, la realidad que se percibe haciendo trabajos de campo en zonas urbanas y rurales, en la costa, la sierra y la selva y que, lamentablemente, no son prioritarias para la ciencia política.

De otro lado, M. Tanaka pretende criticar también, junto con el Informe final, la obra de Carlos Ivan Degregori, citado en la nota 5 del texto (página 30), para evocar « las mismas tensiones que aparecen en el IF entre varias lineas argumentales ». Como sabemos, Degregori ha sido uno de los comisionados, y muchas de sus análisis han sido retomados en el Informe final, por lo tanto podemos preguntarnos si M. Tanaka está tratando más bien de cuestionar su obra a través de su pretendida « crítica » al Informe final de la CVR. En cualquier caso, es muy lamentable que este autor se haya callado durante diez años, y que Degregori no este más con nosotros para responder a sus cuestionamientos.

Es preciso aclarar que el Informe final contiene informaciones preciosas sobre la situación del país desde 1980, que los autores proponen explicaciones coherentes, claras, precisas, presentadas con el rigor que caracteriza las producciones académicas en ciencias sociales, y que todo este material puede y debe servir a avanzar las investigaciones sobre los hechos de violencia que suscitan, desgraciadamente, muy poco interés entre los jóvenes universitarios, y un abandono relativo de los investigadores. ¿ Se trata de un desinterés ligado a la « abundancia » del país y al mensaje de « olvido » de todos los gobiernos y de los políticos post-modernos ? Esta especie de autorepresión (refoulement) es un tema de debate interesante.

Dicho esto, no es el Informe que debe estar en el centro de la discusión como pretende M. Tanaka, ¿que sentido tiene cuestionar un documento de referencia ? Lo que merece la atención de los universitarios que quieren aportar sus conocimientos a la comprensión del pasado reciente es la guerra interna peruana, el porqué de la violencia individual y colectiva, las modalidades de respuesta estatal según las regiones, la reconstrucción de las memorias y los olvidos, las secuelas de la violencia… Mis investigaciones actuales — retomadas en 2008 —, están centradas sobre la violencia política, en particular entre los Ashaninka [3], y toman como punto de partida el Informe final de la CVR del Perú. Las causas indicadas en el desarrollo del conflicto son de plena vigencia, aún en la actualidad. Mis trabajos de campo y mis análisis me llevan a considerar que la guerra interna peruana fue una guerra civil que opuso de manera prioritaria los militantes del Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso, a las fuerzas del orden, apoyadas por las milicias civiles (rondas campesinas y nativas, Comités de auto defensa, CAD) ; en el marco de gobiernos de apariencia democrática (1980-1992), y de dictadura civilomilitar (abril 1992-noviembre 2000). Los militantes del PCP-SL pretendieron que su insurgencia era una « guerra revolucionaria » contra el Estado, introduciendo la ambigüedad de la clasificación del conflicto que condujo al PCP-SL (y actualmente al MOVADEF) a hacerse pasar por un partido revolucionario en algunos países latinoamericanos y en Europa [4]. Por esta razón me parece fundamental definirlo como una guerra entre prójimos donde los agresores fueron los senderistas, un sector importante de las fuerzas del orden y un sector de las milicias civiles.

Los errores de una crítica incoherente

En las conclusiones, M. Tanaka pretende haber demostrado las « incoherencias » del Informe final (páginas 29-32), sin darse cuenta quizá de lo débil de su demostración supuestamente neutra y objetiva. En primer lugar, su propuesta no sería una « mera sutileza académica irrelevante », sino que tendría una importancia práctica expresada en el campo de la recomendaciones del Informe final. Según este autor, las tres « lineas argumentales » llevan a recomendaciones distintas y mobilizan sectores politicos difererentes ; lo cual es erróneo. Las recomendaciones están dirigidas al Estado peruano y defienden la instauración de la democracia y de la justicia tanto penal como de reparación a las víctimas de la guerra interna, sin distinción partidaria, o más bien por encima de la oposición entre izquierda y derecha.

En segundo lugar, M. Tanaka pretende que las « ambiguedades » del Informe final explicarían su « aislamiento político », asociado al hecho de que las « retóricas de izquierda » priman « en el discurso de los defensores del Informe final ». Pongamos las cosas en su sitio, el Informe final ha sido y sigue siendo rechazado por los sectores de la derecha populista (fujimoristas, apristas) y por las fuerzas armadas, lo cual es lógico pues estos sectores han sido acusados de graves violaciones a los derechos humanos. Los gobiernos de turno no han asumido su deber de difundir el contenido del Informe final por motivos de cálculo politico. Las Fuerzas armadas no reconocen hasta ahora su rol nefasto durante la guerra contra los civiles (cosa que los militares de Argentina y de Chile ya han hecho), y recién el actual gobierno ha reconocido el rol de los Ronderos en la guerra contra el terrorismo, así como el rol jugado por el grupo especial GEIN de la Policía nacional. La propaganda fujimorista, apoyada por los militares y por la iglesia oficial reaccionaria, ha tentado y sigue tentando de presentar el trabajo de la CVR como la obra de « comunistas » que defienden a los « terroristas ». Esta acusación de « izquierdismo » está dirigida a desprestigiar y a desacreditar la obra de la CVR para impedir que sus recomendaciones se concretizen, y para difundir la mentira forjada durante la dictadura fujimorista que sostiene que el Informe final ha « inventado » casi todos los datos (la cifra de víctimas, los testimonios, las masacres de civiles). Ahora, que un universitario repita estas acusaciones, aportando un crédito desde las aulas, es francamente increíble. El Informe final está más allá de la distinción política entre derecha e izquierda, entre progresismo y conservadurismo, es una obra que forma parte de la historia del Estado peruano y que es el garante de protección de los ciudadanos.

Foto 2. Monumento commemorativo del período de violencia. El Ojo que Llora, Lima.

En tercer lugar, M. Tanaka pretende que sus « críticas » tardías se justifican porque diez años después se tendría un « ojo más crítico y exigente » ; esto permitiría que « su mensaje siga vigente y no quede atado al destino de un número reducido de activistas », implicitamente de izquierda. Extraña manera de presentar lo que en fín de cuentas es una posición revisionista sobre el Informe final ; es decir, en este caso, una actitud que pone en tela de juicio la obra de la Comisión de la verdad y la reconciliación del Perú. Por supuesto, nadie pretende que este documento sea una « verdad acabada e inamovible » ; el Dr Salomón Lerner ha declarado y escrito mucho para esclarecer este punto muy apreciado por los sectores revisionistas y negacionistas.
Dicho esto, y aunque los contornos entre la izquierda y la derecha sean muy confusos en el Perú (donde los partidos tienen una existencia virtual), es preciso entender con claridad que el Informe final no contiene un « mensaje de izquierda », es un documento de referencia del Estado peruano que los gobiernos no han asumido plenamente hasta ahora, pero esto puede suceder más tarde. De otro lado, los que M. Tanaka llama despectivamente « un número reducido de activistas », está formado por universitarios y profesionales conscientes de sus deberes ciudadanos de defensa de los derechos humanos y de la democracia.

Desde la perspectiva académica, el Informe es una mina de información que debe ser utilizada de manera pertinente para avanzar en la comprensión de la guerra civil que se vivió en el Perú y que produjo por lo menos 70 000 muertos. Mutatis mutandis, si en Francia (donde resido), que tiene 60 millones de habitantes, hubieran habido 140 000 muertos, todos los científicos sociales estarían trabajando sobre el tema para esclarecer las condiciones de un desastre nacional tan importante. ¿ Porqué en el Perú hay tan pocos estudios sobre la guerra interna ? No se trata más de discutir sobre tal o tal texto, menos aún de cuestionar el Informe final, sino de hacer trabajos de campo, hablar con las personas que han vivido de cerca el conflicto y que pueden ayudarnos a comprenderlo, para que seamos capaces de escribir y transmitir la historia de este pasado tan reciente que es aún parte de nuestro presente.
Foto 3. Familiares de víctimas de la violencia en el Perú. (Derechoshumanos.com)

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